Cuando se solicita un crédito a una entidad bancaria, existen distintas alternativas. Entre las más conocidas están los préstamos hipotecarios y los créditos al consumo. Sin embargo, en los últimos años, las tarjetas revolving han generado gran controversia, y no precisamente por sus ventajas. Miles de personas han sido afectadas por este tipo de financiación, hasta el punto de que el Tribunal Supremo las ha calificado como productos usurarios y poco transparentes.
Por esta razón, si estás considerando solicitar un crédito de este tipo, es fundamental conocer la diferencia entre un préstamo al consumo y un crédito revolving.
Problemas con los créditos revolving
Los tribunales están repletos de reclamaciones contra este tipo de crédito debido a sus elevados intereses y sus condiciones poco claras al momento de la contratación. Muchos abogados especializados en tarjetas revolving han logrado que sus clientes recuperen los intereses pagados, basándose precisamente en la falta de transparencia y en la aplicación de tasas desproporcionadas.
¿Qué es un crédito al consumo?
Un crédito al consumo es un préstamo personal destinado a financiar la compra de bienes o servicios, como un coche, una reforma, muebles o un viaje. Su funcionamiento es sencillo: el banco concede una cantidad de dinero que el cliente debe devolver en cuotas mensuales fijas, con un interés previamente establecido y dentro de un plazo determinado.
Este tipo de préstamos están regulados por la Ley 16/2011, de 24 de junio, que garantiza que los consumidores reciban la información necesaria sobre las condiciones del crédito antes de contratarlo.
¿Qué es un crédito revolving?
Las tarjetas revolving funcionan de manera similar a los créditos al consumo, pero con una diferencia clave: el dinero prestado se renueva automáticamente. Es decir, la entidad financiera otorga una línea de crédito que el usuario puede utilizar y devolver en pagos mensuales. Sin embargo, a medida que se devuelve una parte del dinero, el crédito vuelve a estar disponible sin necesidad de realizar una nueva solicitud.
El problema principal de estos créditos es que, al renovarse de manera automática, pueden generar una espiral de endeudamiento. Además, suelen estar sujetos a intereses muy elevados, que pueden oscilar entre el 20% y el 25% TAE, haciendo que la deuda crezca rápidamente.
Diferencias clave entre un crédito al consumo y un crédito revolving
- Plazos y pagos: En un crédito al consumo, el cliente sabe exactamente cuánto pagará cada mes y en qué momento terminará de devolver el préstamo. En cambio, en un crédito revolving, la deuda se renueva constantemente, lo que hace difícil calcular el tiempo total de pago.
- Intereses: Los créditos revolving suelen tener tasas mucho más altas que los préstamos personales, lo que implica pagar una cantidad mayor en intereses.
- Riesgo de endeudamiento: Mientras que un crédito al consumo tiene un final definido, un revolving puede convertirse en una trampa financiera, ya que el usuario puede seguir utilizando la línea de crédito sin haber terminado de pagar la deuda anterior.
En conclusión, si necesitas financiación para una compra específica, la opción más segura es un crédito al consumo, ya que ofrece condiciones claras y plazos de pago definidos. En cambio, los créditos revolving pueden llevar a un sobreendeudamiento difícil de controlar, lo que ha llevado a los tribunales a calificarlos como abusivos.
Si has contratado una tarjeta revolving y crees que has pagado intereses excesivos o tienes dudas sobre su legalidad, lo más recomendable es acudir a un abogado especializado. Un experto podrá asesorarte y ayudarte a recuperar lo que has pagado de más, evitando posibles abusos por parte de las entidades financieras.